Palestina, Netanyahu y Trump

Por Ángel Collado Schwarz

(Artículo aparecido en El Nuevo Día)

Palestina ha vivido una situación protagónica a través de la historia. Reviste una importancia trascendental para los cristianos, musulmanes y judíos.

La lucha de cristianos contra musulmanes fue inmortalizada por las Cruzadas libradas en la Edad Media. Más de cinco millones de personas murieron en estas guerras religiosas.

Tras cuatro siglos bajo la dominación del Imperio otomano, Palestina pasó a manos del Imperio británico como resultado de la Primera Guerra Mundial.

Los británicos fueron los responsables de la reestructuración del territorio palestino que llevó hasta su actual composición con la inmigración masiva de judíos en la región y la fundación del Estado de Israel en 1947.

Luego de varias guerras y de la expansión del territorio israelí, en 1994, conforme a los Acuerdos de Oslo celebrados entre la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el Gobierno de Israel, se estableció la Autoridad Nacional Palestina como entidad administrativa transitoria.

El Gobierno de Israel asumió el control de Cisjordania, conocido como el West Bank, y la franja de Gaza, pero no del modo transitorio establecido en los Acuerdos de Oslo, sino de forma permanente.

Incluso establecieron asentamientos israelíes en el territorio palestino, autosuficientes, protegidos por murallas y aislados de la comunidad que los rodea.

Los ciudadanos de Cisjordania y la franja de Gaza no tienen ciudadanía israelí, y no pueden salir de su territorio ni entrar a él sin permiso del Gobierno de Israel. Su situación no es ni siquiera la de una colonia, sino la de un territorio ocupado sin ningún tipo de derecho.

Solamente una visita presencial a la zona permite impregnarse de la injusticia que experimentan estos seres humanos.

 Siendo Israel una democracia, no puede anexarlos porque, de hacerlo, los judíos se convertirían en minoría en su país.

En 2014 el Parlamento Europeo apoyó el reconocimiento del Estado de Palestina. En 2018 un total de 139 Estados reconocieron a Palestina como un Estado soberano.

La coalición extremista reaccionaria de Benjamin Netanyahu ha violentado los Acuerdos de Oslo y coartado la fundación de un Estado palestino. Esto, a pesar del reclamo internacional, inclusive de Estados Unidos.

En este contexto el pasado 7 de octubre terroristas de Hamás cometieron la masacre de 1,400 personas en Israel. El Gobierno de Israel reaccionó con un ataque masivo a la franja de Gaza y Cisjordania produciendo la muerte de 25,000 palestinos, el 80% mujeres y niños. Ambos eventos son aborrecibles.

Netanyahu mantiene el poder con la coalición extremista reaccionaria para evitar ser juzgado por tres casos de corrupción.

Según el New York Times, su Gobierno mantuvo relaciones con Hamás para controlar a los palestinos, sin tomar medidas para proteger a sus ciudadanos de la masacre.

Netanyahu es el responsable de la crisis actual y es el impedimento para lograr la solución del conflicto: la creación de un Estado Palestino soberano con el padrinazgo de los países árabes y el respaldo de Estados Unidos y la comunidad internacional.

Si bien el Gobierno de Joe Biden respaldó a Israel y permitió el genocidio del pueblo palestino, ha reclamado infructuosamente la fundación del Estado Palestino.

Dicho reclamo ha sido rechazado por Netanyahu, quien pretende continuar ocupando y controlando el territorio palestino, socavando los principios democráticos de la fundación del Estado de Israel.

Trump es aliado incondicional de Netanyahu y no tiene problemas con ningún tipo de genocidio contra los palestinos.

El prominente columnista del New York Times, de origen judío, Thomas Friedman, apuntó que Netanyahu está enfocado es su sobrevivencia.

 

Ante los reclamos de Biden por el Estado Palestino y el rechazo abierto de Netanyahu, el columnista apunta que Biden tendrá que correr dos campañas: una contra Trump en Estados Unidos y otra contra Netanyahu en Israel.

Friedman señala que bien podría Donald Trump ahorrarse tiempo y nombrar a Netanyahu (su socio simbiótico) como su candidato a vicepresidente.

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