Puerto Rico vive en su mundo de 100 x 35, ajeno a las realidades, los acontecimientos y las oportunidades que surgen fuera de su entorno.

Eventos marginales como el traslado del elefante Mundi acaparan la discusión pública.

Igualmente se enfatizan los conflictos internos entre los desprestigiados partidos políticos; luchas triviales entre políticos obsesionados con el poder; evaluaciones de otros para reingresar y “salvar” al país;  primarias para sustituir legisladores inconsecuentes o administrar un partido irrelevante.

Los líderes legislativos de ambos partidos se enfrascan en justificar la trascendencia de viajar a Noruega durante la sesión legislativa de su país en quiebra.

No se discute sobre el bipartidismo decrépito, responsable de la crisis existencial por la que atraviesa el país, que ha monopolizado el poder político por más de medio siglo y cierra las puertas a iniciativas democráticas que podrían representar nuevas opciones esperanzadoras para los puertorriqueños.

Uno de los partidos defiende una estadidad carente de respaldo en los pasillos del poder en la metrópolis y el otro se esfuerza por mantener respirando un ELA deslegitimizado por las tres ramas del poder estadounidense.

No se cuestiona a los políticos locales que respaldan al exmandatario Donald Trump, instigador de un Golpe de Estado el 6 de enero de 2021, que se identifica con los principales dictadores mientras antagoniza con los aliados tradicionales y se considera por encima de las leyes y los fundamentos de la Constitución de su nación.

Según comentara el distinguido periodista Peter Baker en su libro “The Divider: Trump in the White House”, Trump llamó a los puertorriqueños “sucios y corruptos”, trató de eliminar el respaldo económico a la Isla tras el huracán María y sugirió intercambiar a Puerto Rico por Groenlandia.

Ni siquiera se analiza con la atención que merece la reciente decisión del Tribunal Supremo federal de revocar la decisión del Tribunal Apelativo, que favorecía la demanda del valioso Centro de Periodismo Investigativo (CPI) contra la Junta de Supervisión Fiscal. El Supremo, en una decisión de corte imperial, validó el poder omnímodo de una Junta que gasta millones de dólares del pueblo de Puerto Rico, evade la transparencia de este gasto y sus gestiones, y sólo responde a la Divina Providencia.

La demanda del CPI surge luego que la Junta paralizara la entrega de documentos, al revelarse las gestiones de dos senadores con la Junta para cabildear contratos con la AEE para sus allegados.

Hasta el 1948 el presidente de Estados Unidos nombraba arbitrariamente a los gobernadores de Puerto Rico, que le respondían a él, y a algunos de los cuales destituyó ante el reclamo local.

Están ausentes en la discusión pública local temas importantes para el resto del mundo como:

1. La visita a China del secretario de Estado, Anthony Blinken, la crisis de Putin con el grupo mercenario Wagner en Rusia, y la Guerra de Ucrania.
2. El rol de la ONU, que más allá de atender la peregrinación anual al Comité Especial de Descolonización, incluye combatir el hambre, la pobreza y la inequidad.
3. El impacto de la inteligencia artificial en el presente y el futuro.
4. La importancia de las elecciones en España y el posible regreso de un gobierno de corte franquista.
5. Las semejanzas y diferencias entre el Gobierno británicos de Sunak, el francés de Macron y el italiano de Meloni.
6. En Chile, el colapso de la popularidad y efectividad del esperanzador presidente milenial, Gabriel Boric.
7. Las controversias internas del presidente mexicano, López Labrador (AMLO), en el principal vecino de Estados Unidos.
8. La expansión china en el Caribe y como el principal aliado de Estados Unidos en esta región, la República Dominicana, acapara la mayoría de las inversiones chinas aquí.
9. Los Gobiernos fallidos de Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela y Díaz-Canel en Cuba, y las razones de sus crisis, más allá de los discursos trillados y obsoletos de la Guerra Fría.
10. Los renglones exitosos, dignos de emular, de los Gobiernos de Uruguay, Costa Rica y Panamá.

Las nuevas generaciones de Puerto Rico merecen insertarse en el mundo que existe más allá de   las discusiones triviales locales y de nuestras fronteras.